Hay un poco conocido mito que cuenta cómo el Emperador de Jade llegó a ser el rey de todas las deidades del cielo. Es uno de los pocos mitos en los que el Emperador de Jade realmente muestra su poder. En el principio de los tiempos, la tierra era un lugar duro y difícil en el que vivir. Los hombres tenían tremendas dificultades para subsistir; no sólo tenían que luchar contra unas condiciones muy duras, sino que también tenían que vérselas con todo tipo de seres monstruosos. Además, en este tiempo, no había muchos dioses que les protegieran y una gran cantidad de poderosos y malvados demonios desafiaban a los seres inmortales del cielo. El Emperador de Jade era todavía un inmortal corriente que vagaba por la tierra ayudando a toda la gente que podía. Sin embargo, se sentía triste porque sus poderes eran limitados y sólo podía mitigar en parte los sufrimientos de los hombres, por lo que decidió retirarse en una cueva para cultivar su Tao.
Pasó 3.200 intentos, cada uno de los cuales duró aproximadamente tres millones de años. Desafortunadamente, una entidad malvada y poderosa que habitaba en la tierra tuvo la ambición de conquistar a los inmortales y a los dioses del cielo y proclamar su soberanía sobre todo el universo, para lo cual también se retiró a meditar y así incrementar su poder. Pasó 3.000 intentos, cada uno de los cuales duró también tres millones de años. Tras el último intento, se sintió seguro de que nadie podría vencerle jamás. Volvió al mundo y reclutó un ejército de demonios con el propósito de atacar el cielo. Los inmortales, conscientes de la amenaza, se reunieron y se prepararon para la guerra. Los dioses fueron incapaces de detener al poderoso demonio y fueron vencidos. Los Tres Puros estaban a la cabeza de los seres celestiales en ese momento.
Afortunadamente, el Emperador de Jade terminó su cultivo mientras se desarrollaba la guerra y estaba dedicándose a cambiar la tierra para hacerla más habitable para los hombres y repeliendo a todo tipo de bestias monstruosas. De repente, vio un resplandor maléfico emitido desde el cielo y supo que algo no andaba bien. Ascendió y vio que se estaba librando una guerra, dándose cuenta de que el demonio era demasiado poderoso como para ser detenido por cualquiera de los dioses presentes. Subió y desfió al demonio, siguiéndose a continuación una batalla entre los dos. Las montañas y los ríos y los mares se agitaron. Sin embargo, el Emperador de Jade salió victorioso debido a su cultivo, más profundo y sabio; no en cuanto a su poder, sino por su benevolencia. Tras la total aniquilación del demonio, todos sus otros compañeros fueron dispersados por los dioses y los inmortales. Por su noble y benevolente hazaña, los dioses, los inmortales y los seres humanos proclamaron al Emperador de Jade como el supremo soberano de todo.
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